Recibir es un arte y su esencia básica es planificar bien para no improvisar.
En 1825, Jean-Anthelme Brillat-Savarin precisaba en su famosa “Fisiología del gusto” que “el anfitrión debía ocuparse de la felicidad del invitado todo el tiempo que éste permaneciera bajo su techo”.
Y esa es literalmente la condición del buen anfitrión, porque cuando invitamos a una persona a pasar una velada en nuestra casa o en un sitio especial escogido de antemano, lo hacemos para brindarle una atención que debe ser esmerada.
Cuando decida recibir en su casa para reciprocar una invitación o como una deferencia hacia un grupo de amigos o familiares, debe tener en cuenta algunas consideraciones.
CONSEJOS
- La labor del anfitrión empieza aún antes de abrir la puerta a sus invitados.
- Invite con la debida anticipación y ofrezca detalles de la velada: quienes serán los otros invitados, hora de inicio y de término de la reunión y cualquier otro dato que pueda ser de importancia.
- Lo más significativo de su evento no es la comida, sino los pequeños detalles: utilice una iluminación suave, música agradable de fondo, buena ayuda doméstica, los baños limpios y con buen olor, suficiente papel y toallas de mano.
- Tenga bastante hielo. Este es un pequeño complemento que puede estropear un buen momento cuando se termina en medio del festejo. (Y por favor no se le ocurra mandar a comprarlo).
- Luzca preparado y relajado cuando lleguen los invitados.
- Reciba a cada uno y haga las debidas presentaciones al resto para que se conozcan.
- Vigile todo lo que acontece e impida situaciones desagradables entre los presentes.
- Mantenga la sencillez y la naturalidad, sea usted mismo en todo momento.
En cuanto a la ubicación de los comensales en la mesa, todo depende de la formalidad del evento. Si es una comida sencilla se puede obviar el protocolo y permitir que cada quien se siente donde desee, pero si es algo más ritual, entonces sí hay que conocer la precedencia.
En la costumbre occidental, la derecha del anfitrión es el lugar de honor. Esta es una práctica cuyo origen se remonta a la época del Imperio Romano.
Los romanos eran muy supersticiosos y buscaban en el vuelo de las palomas significados para sus vaticinios. Si volaban hacia la derecha simbolizaba un buen año para el imperio y si lo hacían hacia la izquierda habría grandes conflictos.
En cambio para los orientales el izquierdo, el lugar del corazón, es el sitio de honor.
Pero también los invitados juegan un papel preponderante en el agasajo y tienen que conocer las reglas de este juego.
Consejos para el invitado
- Debe confirmar su asistencia a tiempo y llegar con puntualidad, nada de la famosa “hora panameña”, totalmente fuera de lugar.
- No lleve temas de conversación que puedan herir o molestar al resto de los presentes.
3. No es el momento de hablar de la dieta que sigue ni de las enfermedades. Si no puede comer, no asista.
La base del éxito en esta y en todas las situaciones de la vida: la discreción.
5. Al terminar, agradezca la invitación y váyase, no espere que los anfitriones empiecen a apagar las luces y a bostezar.
Y un consejo final: recuerde que el mejor conversador no es el que más habla, sino el que más escucha, y la persona más admirada es la más educada.
Por: Penny de Henríquez (@pennyhenriquez)