Por: @abogadarinarios
Para contestar está pregunta, inmediatamente me surgió otra interrogante, ¿en qué necesitaría un líder ser fuerte?, y fue así como esa interrogante me obligó a investigar y lo que investigue, me impactó, ya que encontré un libro llamado: “El mito del líder fuerte” de la autoría de Archie Brown, en su obra se refiere al Liderazgo político enmarcado en el siglo XX y principios del siglo XXI, desarrollando la tesis de que: “el modelo óptimo de liderazgo político para un jefe de gobierno eficaz, no es el líder fuerte”.
Gracias a esta obra, pude entender que las características de un líder fuerte son las siguientes:
- Es un líder que actúa como un jefe,
- Ansiedad por parecer fuerte,
- Acumula el máximo poder para obtener resultados,
- Utiliza como herramientas, la fuerza y el dominio,
- A la hora de tomar decisiones no busca el consenso su equipo,
- Es
En resumida cuenta un líder fuerte, es un Dictador carismático, y en la historia y en la actualidad existen personajes políticos que reuniendo estás características han asumido el liderazgo político de diferentes gobiernos, entre ellos: Adolfo Hitler, Augusto Pinochet, Sadam Husein y Hugo Chávez.
Es por ello que el líder fuerte, no tiene correlación positiva con el liderazgo eficaz, bueno y verdadero, ya que se basa en un gobierno personal manejado por un Dictador, a diferencia de un Gobierno cuyo líder, lideriza de manera colectiva, consultando con su equipo de asesores, realizando concesos con el pueblo, ya que conoce que debe respetar las leyes, y utilizar los debidos procedimientos democráticos.
En la actualidad, debemos recordar el deber y el derecho que gozamos como ciudadanos, frente a la democracia, y este compromiso inicia, conociendo e investigando el perfil de cada candidato (a) que está postulándose a un cargo de elección popular, antes de darle ese voto o firma de “confianza”, a cada uno de ellos dele la oportunidad de escucharlos y sacar conclusiones acerca de sus propuestas electorales, acompañadas de un plan de acción, ya que en Panamá no contamos con un fundamento legal, que realmente supervise u obligue a que las propuestas se basen en criterios sólidos, de que efectivamente podrían desarrollarse, quedando muchas veces en promesas incumplidas.