Un ginecólogo oncólogo es aquel especialista de la Ginecología y Obstetricia con capacitación adicional y reforzada, dentro de este ámbito, que comprende el manejo integral de la mujer con cáncer de los órganos reproductivos.
Además, el conocimiento de conceptos formales sobre otros tumores extragenitales y del cáncer en general.
Para ser reconocido como subespecialista en esta práctica debe ser idóneo para el ejercicio de la profesión médica, haber completado la Especialidad de Obstetricia y Ginecología y al menos dos años de formación continua dentro de un programa teórico práctico en Ginecología Oncológica.
En nuestro país todo esto avalado por el Colegio Médico a través de la Sociedad Panameña de Obstetricia y Ginecología y reconocida por el Consejo Técnico de Salud.
Los tumores ginecológicos o del tracto genital inferior, forman parte de los tumores sólidos: aquellos distintos a los que se generan de las células plasmáticas o sanguíneas (por ejemplo: Linfomas o Leucemias).
Son, en general, crecimientos descontrolados de células de ciertos órganos o tejidos. En nuestro caso: vulva, vagina, cuello uterino, cuerpo del útero, trompas uterinas y ovarios.
Todos ellos con dos vertientes. Benignos: que no tienen capacidad invadir otros tejidos vecinos, ni dar metástasis (siembras con crecimiento tumoral en órganos distantes a aquel en cual originaron). Malignos: aquellos que por defecto a lo expresado anteriormente invaden y pueden dar metástasis. De estos últimos los más comunes provienen de tejidos que se encargan del revestimiento de los órganos al cual pertenecen (los epitelios).
Se conocen como cáncer y se nombran de acuerdo con el órgano del cual provienen.
Un ejemplo sencillo sería el tratamiento de los fibromas, que es el tumor benigno más frecuente en el útero; pero también el tratamiento del cáncer del endometrio.
Aquel que proviene del tejido de revestimiento interno de este órgano, que funcionalmente no familiar porque es el que se encarga de producir la regla o menstruación en edad joven y fértil de la mujer. Además de esto también se encarga de la detección temprana y tratamiento de los problemas o patología de la mama.
Así como es experto el diagnóstico, manejo y tratamiento de los tumores ya desarrollados; se es eficiente en la prevención de aquellos que tienen un mecanismo precursor.
Tal es el caso de las lesiones causadas por virus de papiloma humano (VPH) en el cuello uterino, que en algunas ocasiones puede producir lesiones premalignas (precursoras del cáncer o pre-invasoras) y requieren tratamiento o vigilancia, para evitar que ocurra la génesis del cáncer, sin aplicar terapias que impliquen sobretratamiento de ella (procedimientos no indicados para los casos que pueden resolver de otra manera). Otro fenómeno similar, aunque con mucha menos probabilidad para causar malignidad, son las verrugas genitales, también causadas por el virus de papiloma humano; que pueden producir incomodidad o síntomas de dolor, sangrado o trasudado (excesiva producción de líquido en sus superficies) si se hacen muy numerosas y/o confluyen en lesiones de gran tamaño.
Por la distribución anatómica compleja que pueden llegar a tener algunos tumores de comportamiento benigno, el ginecólogo oncólogo es el profesional ideal para su manejo. Tal es el caso de la endometriosis, que puede alcanzar una distribución más allá de las áreas consideradas como ubicuas para las vísceras pelvianas en la mujer. Áreas propias para el despliegue de las destrezas quirúrgicas de este profesional ya que se abordan con mucha más frecuencia en el tratamiento del cáncer que en enfermedades benignas ginecológicas y por ello se está más habituado a abordarlas.
Por último, algunos síntomas de alarma que pudieran ser manifestación de problemas similares a aquellos expuestos arriba son: sangrado transvaginal prolongado en mujeres jóvenes que no responde a tratamiento médico prescrito.
Sangrado transvaginal en la menopausia. Síntomas de distensión o aumento del perímetro abdominal, acompañado de intolerancia a los alimentos en mujeres postmenopáusicas. Sangrado durante o después del coito o relaciones sexuales. Dolor menstrual severo que no cede con analgésicos y antiinflamatorios, dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia), dolor durante las evacuaciones fecales. Comezón o lesiones pruriginosas de la vulva en mujeres después de la menopausia. Nódulos o masas en la mama. Citología o prueba de Papanicolau anormal.
En su práctica particular el ginecólogo oncólogo no pierde alcance en situaciones relacionadas con los controles o chequeos rutinarios. Dado que estos tienen el objetivo de la detección temprana y prevención de enfermedades oncológicas, por sus destrezas y dominio profundo de la génesis y terapia que necesitan, es el profesional ideal para cumplir este papel.