Cuál fue su primer impresión al saber que sería papá?
DS/ Fue una mezcla de emociones, la alegría de saber que crecíamos como familia, Massiel y yo, fue algo fuerte.
Una felicidad que aún se mantiene, y luego una sensación de “¿Y ahora qué viene?”… esa también sigue presente.
SM/ ¿Qué recuerda de su infancia, qué diferencia notoria hay en este tiempo?
DS/ Recuerdo tener una infancia con mucho aire libre. “Salir a jugar” era algo necesario y standard.
Yo soy fan de la tecnología, y no creo que solo por lo accesible que es hoy, eso se haya perdido. Hay una cuestión de seguridad y otras amenazas que hacen que los padres saquen menos tiempo a los niños a la calle, me parece. Antes jugábamos afuera sin un adulto cerca, ya que todos los papas trabajaban. Cuando se hacía de noche, todo mundo para su casa y nos resultó bien. Ojalá el pequeño David pueda tener mucho de eso también.
SM/ ¿Qué frase recalcaban tus padres, que recuerdas y se la inculcas a tu hijo hoy?
DS/ Mi papá me enseñó que uno no se rinde. Él usaba ejemplos deportivos, de atletas que no se rindieron. Eso me marcó, tengo muy claro el día que le dije que no quería seguir en una competencia que ya estaba y no me lo permitió. No tenía argumentos para no continuar, era más como un capricho y me dio una lección muy valiosa. Pretendo hacer lo mismo con David Alberto, además de buenos modales y cortesía, quiero que sea perseverante y educado.
Mi padre, que falleció en el 2006, me enseñó el valor de una madre. Hoy, mi mamá es una persona sumamente importante para mí, así quisiera que David Alberto se relacione con Massiel.
SM/ ¿Qué legado dejarás a tu hijo?
DS/ Siento que me queda todavía mucho por recorrer, pero espero que en un futuro mi hijo sienta orgullo por las cosas que he podido lograr, y que sepa que desde el momento que llegó al mundo, él fue la principal motivación para seguir creciendo y cumplir con metas.