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Ansiedad infantil en tiempos de Pandemia – COVID-19

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  No cabe duda que la pandemia ha sido dura para todos. Debemos reconocerlo. Muchos de nosotros nunca pensamos que esta situación iba a durar tanto tiempo, y que iba a tener la magnitud e impacto que hoy tiene en nuestras vidas y rutinas cotidianas. Resulta fascinante creer que cosas tan simples como poder ir al super a comprar comida o ir a cenar a un restaurante es ahora todo un desafío.  Las medidas de aislamiento y restricciones, a pesar de ser fundamentales para el resguardo de nuestra salud, nos han puesto en jaque. 

   Sin embargo, con todo este alboroto y  constantes cambios de reglas y restricciones,  no sólo los adultos nos vemos afectados, sino que también los niños padecen los efectos de la cuarentena. Y de hecho, para ellos resulta mucho más difícil, porque los niños necesitan aprender de la vida. Están en constante desarrollo físico y emocional. 

¿El confinamiento genera estrés y ansiedad?

     Tomando en cuenta el escenario actual, es inevitable pensar que esto ha ido afectando a todos en casa, tanto a niños como adultos. En definitiva, el confinamiento genera estrés importante en todos nosotros. Y es normal que se note en casa, debido a que la dinámica familiar se ha visto alterada, en todos los sentidos. Para muchos, hay cambios que han afectado su economía, y relaciones sociales. Por esto, es que la comunicación familiar, así como el establecimiento de roles y límites definidos, son aspectos importantes para disminuir la posibilidad de conflictos en el hogar. 

     Durante este periodo de pandemia, se les ha limitado la interacción a los niños con sus pares, lo cual es un área fundamental para el desarrollo de los más pequeños de la casa. Ahora, resulta habitual que al no poder acudir a la escuela y otras actividades recreativas de forma rutinaria, reducir sus salidas y actividades de convivencia familiar fuera del hogar, y no poder visitar sus familiares y amigos, el niño pueda desencadenar trastornos de ansiedad. Ya que, al no poder tener todo este contacto y convivencia, se afectan emocionalmente.

¿Cómo se manifiesta la ansiedad en los niños?

   Ahora bien, la ansiedad en el niño va a depender de la etapa del desarrollo en la que se encuentre. Los más pequeños de edad preescolar, pueden tener regresión de hitos del desarrollo que ya habían logrado. Por ejemplo, algo común es que vuelvan al hábito de orinarse en la cama, dejar de progresar en el desarrollo del lenguaje o tener episodios de llanto, hiperactividad y pataletas. Muchas veces presentan manifestaciones de un trastorno descrito como trastorno de integración sensorial. Lo que se refleja en la irritación por los ruidos o cualquier estímulo, como incluso ciertas texturas de la comida o las etiquetas de la ropa. 

    En el caso de los de edad escolar, que tienen un poco más de comprensión de lo que sucede, pueden manifestarse tristes o retraídos. Algo muy visto es que suelen pasar muchas horas en frente de una televisión o una pantalla jugando videojuegos. A pesar de que expresan un poco más sus miedos, igualmente pueden volverse muy irritables o sensibles. Además, otras actitudes comunes son las alteraciones del sueño, del apetito, retrocesos en su desarrollo y lenguaje, así como pérdida del control de esfínteres o miedo a la oscuridad, entre otras conductas disruptivas. Conocer todos estos datos es fundamental, ya que en muchos casos se suelen confundir con trastornos tipo de déficit atencional o incluso algunos pueden llegar a ser etiquetados erróneamente como trastornos del espectro autista. 

   Continuando, en los niños más grandes y adolescentes las manifestaciones físicas y psicológicas de la ansiedad pueden ser más evidentes. Sintomatología tales como miedo, vergüenza, preocupación exagerada, asociadas a manifestaciones físicas intermitentes como dolor abdominal, migrañas o dolores de cabeza, mareo, sueño excesivo o insomnio, falta de atención y de concentración y cansancio fácil o estados de hiperactividad, son muy recurrentes en estos casos. 

     Asimismo, la percepción del niño puede ser de miedo, abandono, enojo o tristeza. Y aunado a esto, puede mostrarse irritable, con cambios en su conducta y patrón del sueño. Como consecuencia de todos estos sentimientos y fuertes emociones, los adolescentes suelen refugiarse en actividades como videojuegos y los más pequeños presentan retrocesos en su neurodesarrollo. 

  Algo muy importante para recordar es que los niños siempre están aprendiendo de nosotros. Están constantemente observando y escuchando todo lo que ocurre a su alrededor. Y por esta razón, es que nosotros como padres debemos primero controlar nuestros propios miedos y ansiedades para no proyectarlos y transferirlos de forma consciente o inconsciente hacia los niños. 

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos?  

  • Establecer rutinas. Todos los expertos coinciden en que establecer y seguir un horario regular es clave. Es necesario crear rutinas que tengan horarios habituales para realizar  tareas claves del día: levantarse, comer, etc. La constancia y estructura mantiene la calma en momentos de estrés. 
  • Juego no estructurado y actividad física. Así como la estructura y rutina es importante, también lo es el juego espontáneo. Este es esencial para el buen desarrollo de los niños ya que se da sin la supervisión de un adulto y sin juguetes demasiado elaborados. Siempre les digo a los padres, “es jugar con cosas simples, a la antigua”. Sin reglas, ni metas. Donde predomina la fantasía de los niños y se desencadena la imaginación.

     Se debe ser creativos con las actividades y ejercicios. Una buena dosis de actividad física libera las endorfinas y esas energías permitiendo mayor oxigenación al cuerpo y especialmente al cerebro, calmando gran parte de esa ansiedad. Recomiendo pensar en aquellas actividades que hacíamos en los ’80, cuando no habían tantos dispositivos electrónicos ni pantallas y los juegos eran aún más simples pero muy divertidos. 

  • Validar sus emociones y mantener a raya su ansiedad. Debemos validar las inquietudes que tengan los niños, especialmente los de edad escolar. Es importante contestarles de manera franca sus inquietudes, pero sin llenarlos de demasiada información alarmista.

     Sin embargo, para poder hacerlo bien debemos primero controlar nuestros propios miedos y ansiedades. Una forma es limitar el consumo de noticias. Mantenerse informado es importante, pero procurar limitar y filtrar la información y mantenernos positivos, también lo es. Tenemos que centrarnos en lo que podemos controlar, y actividades como interactuar con amigos y familiares de manera virtual son de gran utilidad ¡Mantén la calma! Es importante dar el ejemplo para que los niños se den cuenta y aprendan a manejar racionalmente y  disminuir la ansiedad. 

Finalmente, no  podemos olvidar que…

     Es por esta y varias razones que muchos médicos pediatras, pedagogos y psicólogos a nivel mundial y en nuestro país, proponemos que se debe reabrir gradualmente las escuelas, para permitir a los niños esa invaluable interacción con sus maestros y compañeros. Somos una sociedad, y en las primeras etapas de nuestro desarrollo esta actividad es fundamental, no sólo desde el punto de vista meramente educativo, sino de la importancia de la interacción social que nos permite desarrollar niños que llegarán a la adultez siendo estables social, y emocionalmente.

     Además, ni hablar de la importancia del desarrollo inmunológico y todas las otras teorías y conceptos que conocemos de la importancia que tiene la interacción y el desarrollo de una flora microbiana (microbiota diversa) saludable que influye en el desarrollo de nuestro sistema inmune, y en mantenernos saludables física y mentalmente. Así, debemos encontrar ese equilibrio que nos permita estar lo más seguro y saludables en esta pandemia, pero sin que tenga mayor impacto en nuestra salud física y emocional, y sobre todo nos permita una adecuada calidad de vida. Pero mientras tanto ¡A estar positivos! que esto también pasará. 

 

Por Dr.: Roberto J. Murgas Torrazza.

Médico Pediatra-Neonatólogo e Investigador Clínico.

 

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