Título: Las trampas electrónicas   

Cada generación desde hace medio siglo ha crecido con un vídeo juego y algún dispositivo, que ha marcado muchas personas, pero, esto por más normal que se vea también tiene su lado oscuro, ya que han desarrollado dependencia en el individuo.

Son horas y horas de juego que tanto niños, adolescentes y adultos pasan jugando olvidando que sobre todo son seres humanos.

Algunas de las señales es que los afectados miran como un cero a la izquierda actividades sociales, familiares y laborales para estar como un esclavo o robot frente a un sistema electrónico con mucha vehemencia.

Es algo parecido a un viaje sin retorno en que las personas adictas quedan como dentro de un mundo subterráneo, en que pasan noches y días sin dormir.

No pasemos por alto, que algunos por su contenido sangriento han generado polémica por ciertos hechos violentos en países como Estados Unidos. Sin embargo los estudios demuestran, que ya hay una pre existencia de alguna patología o problema en la vida del agresor.

Para este trastorno se ha creado una clasificación que se conoce como “Gaming disorder”, que fue establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2019 y que puede ser comparada con cualquier otro tipo de adicción como lo son las drogas a los juegos de azar por mencionar unos.

En una nota publicada por el diario La Vanguardia de acuerdo con el especialista de la OMS en conductas y sustancias adictivas, Vladimir Poznyak “el uso descontrolado de videojuegos online afecta entre el 1% y 10% de las personas de los países occidentales”.

Si queremos evitar problemas de aislamiento, pérdida de interés académico y descontrol es recomendable, que no se pase más allá de 2 horas de juego en que se sienta algo de “diversión, competición y deporte”, en compañía de la familia, recomienda el experto José de Matías en el sitio Saber Vivir.

Una opción adecuada si tienes en mente adquirir un vídeo juego son los de contenido educativo en que estén categorías históricas, matemáticas, ciencias naturales entre otras como una prueba que no todo es tenebroso.

Para no ser zombis, los padres deben asumir su responsabilidad de guías para que las nuevas generaciones alternen esta forma de entretenimiento con la siempre importante actividad física, leer libros y convivir con otras personas.