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CUATRO PREGUNTAS PARA CAMBIAR TU VIDA

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Es posible preguntarse por qué existen patrones que se repiten y es difícil cortar con ellos, cómo si una película volviera a repetirse una y otra vez, quizás, con actores diferentes, pero con situaciones similares, algo así como si hace algunos años se hubiera rayado un disco. La razón de ser de esto es usualmente las creencias o patrones inconscientes que lleva cada persona dentro de sí.

Cómo bien lo decía Carl G. Jung “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida, y tu le llamarás destino” metafóricamente, esta frase puede visualizarse de la siguiente forma: Si tu vida fuera un bus turístico, tu inconsciente sería el conductor, y tu mente racional, el guía que acompaña el recorrido. El bus va donde lo lleva el conductor y el guía solo asiente a las rutas tomadas, dando razón y explicación al porqué estas son las mejores y eventualmente solicitando uno que otro desvío, repitiendo temporada tras temporada el mismo, con uno que otro cambio de ruta, diseñadas con anticipación por operadores que no van en el recorrido, usualmente equivalente a las creencias o patrones aprendidos. Pasa en la vida real, con situaciones, hábitos, relaciones, personas, trabajos y un sinfín de eventos donde es fácil encontrarse un poco más de lo mismo cuestionando al tiempo la posibilidad de cambiarlo o hacerlo diferente.

La razón por la que, en ocasiones es difícil el cambio, es porque traemos un programa, algo como el software cerebral, que ha sido diseñado de una forma y que se activa en muchas ocasiones sin ser conscientes. Es esta la razón por la que muchas veces hablar de nuestros problemas, aunque alivia temporalmente, no resuelve nada de raíz, misma razón por la que decir miles de frases y decretos positivos muchas veces no trae ni más ni menos que el resultado contrario o un poco más de lo no deseado, y es común  que en nuestra vida la proyección de estos programas inconscientes, que rara vez pueden cambiarse desde la racionalidad, sino que, se hace necesario abrir la puerta entre el cerebro racional y el inconsciente .

A esta gran puerta se le llama el factor crítico y para tener su llave se hace necesario, no sólo tener la voluntad de cambio sino aceptar conscientemente, que algo de lo que se está haciendo definitivamente no funciona para alcanzar la vida que se quiere vivir. Para esto último, hace falta tener la valentía de darse cuenta que se vive en una zona de confort, donde el sufrimiento aunque es conocido, existe, y que tal vez hay alternativas donde se sufra menos pero da miedo conocerlas y saltar hacia lo desconocido.

De lo anterior, surgen cuatro preguntas fundamentales para iniciar un cambio, que hoy te invito que te plantees y respondas en una hoja de papel escribiendo con tu puño y letra (porque sí, la escritura es una entrada al inconsciente): ¿Cuál es mi zona de confort? ¿Cuál o cuáles son los sufrimientos que conozco, con los que hay comodidad y aunque me disgustan siempre puedo decirme que podría ser peor? ¿Cuáles son las creencias que tengo o guardo frente (a lo mencionado en la pregunta anterior)? ¿A que le tengo miedo si cambia? Por lo general, la respuesta a la última pregunta es a que todo vaya peor, o algo salga mal y esta es una respuesta natural de la mente racional, algo así como el guía turístico que prefiere no cambiar de ruta porque de pronto hay tráfico y continúa con la misma. Si eres capaz de hacerte estas cuatro preguntas has encontrado la llave al mundo del cambio y la reprogramación, y si eres capaz de convencerte, de que si hay cambio, todo puede salir mejor, has abierto la puerta.

En respuesta a las preguntas anteriores, el factor crítico sacará todas sus defensas, no sólo ante lo que puede ir mal, sino que tendrá la habilidad para endulzar cualquier situación que pueda ser insoportable. Así que es común lidiar con respuestas tales cómo: siempre ha sido así, no es tan malo, el sufrimiento es parte de la vida, o cualquier otra respuesta en el orden de mejor malo conocido que bueno por conocer, mejor solo que mal acompañado etc. Ante estas negativas siempre vale la pena responder: puede que sí ¿pero que tal si no? ¿y si fuera diferente? ¿y si fuera mejor? Siempre teniendo en cuenta, que no debemos pasar a creer que una situación que deseamos cambiar va a ser un opuesto total a lo que tenemos, ya que estaremos encerrados en el mismo patrón desde una negación de lo que ya existe. Diferente nunca es contrario, y plantearse la idea de que existen otras posibilidades, amigables con nuestra mente racional, es una de las llaves para el cambio y la forma de poner al conductor y al guía de acuerdo para ir a conocer nuevos lugares diferentes y salir del recorrido habitual, sin depender de las rutas predispuestas.

 

Mónica Naranjo

Psicobioterapeuta, Hipnoterapeuta clínica

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